LA MUERTE DEL MESIAS  DEL LIBRO: CUENTOS PARA BURLARME DE LA MUERTE (2018-2025) POR OSCAR SIERRA PANDOLF

11/05/2025oscar sierra pandolfioscar sierra pandolfi

LA MUERTE DEL MESIAS
 DEL LIBRO: CUENTOS PARA BURLARME DE LA MUERTE (2018-2025)

POR OSCAR SIERRA PANDOLFI

Los titulares de los diarios en Nueva York: —«The New York Times», «Miami Herald»; rayaban en los asuntos noticiosos de la simulada muerte de José de Mirándola. 

—«¡La resurrección! ¡Yo soy la resurrección! ¡Solo una vez he muerto! ¡Ante ustedes no existe final, ni castigo, ni infierno. Estamos en el reino de los cielos, instalados en las beneplácitas playas y downtown de Miami (Mayami)!»—expresó vía satelital; tras el cuadrante inmenso de una pantalla. 

Embadurnado espacio de idolatras; seguidores del falso Mesías. 

—«¿Cómo va a creer que ese Mirándola se levantará entre los muertos?¡Es un impostor!»—dijo Concho con un tono intempestivo en el desbarate de temeridad. 

Disertaciones, foros y conferencias elaboradas por famosos periodistas acuciosos levantaban una volcánica atmósfera de opiniones públicas.

Hasta un cineasta francés dio declaraciones para filmar una posible película de ficción, junto al actor Al Pacino y otros actores de renombre hollywoodeano. 

— « ¡Je, je, je, je, je, je, je ! ¡el 66….Seis no es un número de bestia! » —dijo Doña Ch con una risa encajonada en el delirium de la oración.

Me convertí en testigo de abominaciones y falsedades entre una reyerta de fanáticos similar a los que practican la Cienciologia cofundada por el actor Tom Cruise, el mismito que sale en Top-Gun.

— «¡Disculpe señor! ¡Él no es el Mesías!» — dije entre la multitud. 

Un dormitorio encerrado rodeado de seres corroídos por la destreza del sacrificio: con vestuarios largos y fintas en las cabezas. 

Mujeres y hombres hundidos en actos abominables expresaban frases compulsivas: Señales de muerte se premeditaban en las oscilaciones de candelabros en el vestíbulo de una mesa vieja con relieves de indígenas extraviados.

Al fondo el líder caminaba despacio, cabizbajo, expresaba musarañas y palabras en idioma extraño. Lo amordazaron recostándolo en una cama de tablas con estructuras de piedras aplanadas. 

—«El sacrificio de Yax-Pac o algún acto ritual copiado de la película de Mel Gibson»— dijo Ron con una mirada sarcástica entre las pláticas diarias nocturnales. 

 La Hora cero llegó: —«¡No me maten estos sacrificios no tienen ningún significado, es un asesinato, el verdadero Mesías los castigará»— dijo enrevesado en la profunda agonía al sentir la estaca penetrar el abdomen. El otro feligrés de Mirándola extrajo, al estilo Tikal: el corazón. Levantó la mano con el órgano cardiaco: Levitándolo.

—« ¡Están enfermos! ¡asesinos! »—

—« ¡Jehovah se vengará! »— dijo un espectador ante la miniserie presentada en pleno debut. 

Transcurrido una semana; los diarios volvieron a la vieja noticia que se convertía en nuevo acontecimiento. —«Muere José Mirándola, alias El Mesías; han pasado varios días y no se ha levantado de la tumba».

—« ¡Se los dije, Dios castiga a los imitadores! ».

 

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