
Los poetas quieren ser robots MELVIN SALGADO. UNA OBRA LITERARIA QUE SUPERA FRONTERAS DE ESPACIO Y TIEMPO
POETICA POSMODERNA09/06/2025
Los poetas quieren ser robots
MELVIN SALGADO
Primera parte
Universo virtual
Universo virtual
donde la humanidad
se desconecta,
redes sociales etéreas,
pulsación de un cuerpo spin
en un ritmo constante.
Anillos de Saturno
que abrazan
realidades imperfectas
y las miradas de nadie
se pierden en un vacío intangible.
El amor es un hashtag
en la espalda de un pez espada
de circuitos electrónicos.
Un mar de likes deliciosos
se emergen en el Titanic
diastolar del dolor,
mundo de páginas juguetonas
vestidas de esgrima,
pelean contra el tiempo que no existe
en un reloj disfrazado de transgénero,
y las emociones son bits
de faldas coquetonas
con el corazón sin palabras.
La tecnology bifurca nuestra piel,
esencia que nos adentra
en las autopistas
de la muerte
y el futuro incierto
distorsiona a miles
de pixeles de recuerdos
avenidas infinitas
de un cobarde piano
a control remoto.
Los sentidos como
agujas electromagnéticas
funden la danza del aire
en vértigos inocentes
con caderas desnudas
al ritmo de una balada cibernética.
El lado oscuro o el darkside
hace gang bang
de mariposas aturdidas
atrapadas en millones
de panales de luces electrónicas
con bisexuales pantallas
que consumen,
los trolls en una jungla
de algoritmos prohibidos.
Porque en este mundo virtual
el amor vulnerable,
y el corazón hackeado
por una tecla juguetona
que ríe con los dedos malditos
del pavor y la penuria.
Universo de redes
de pescador sin wifi
ciencia ficción
de una fábula adulta,
de poesía travesti
y de ficción transexual,
el amor hace sus pasarelas
de tecnología atrevida
y el alma libera neuronas
de viejo abandonado
y se conecta con sus hilos
de marionetas
aguerridas
detrás de un pentágono
de cuentos mal escritos
en un iglú enfermo de histeria.
Los límites de seda
y cables uniformados de códigos
se desdibujan
y en el que nosotros mismos
jugamos a ser lo que nunca seremos:
humanos.
Redes antisociales
Espacio infinito
de garabatos prohibidos,
galaxia de conexiones invisibles,
surge una moneda
de cambio
por amor.
Likes de estrellas pervertidas
fornican bajo mesa
y una telaraña de pensamientos
aborta nebulosas
de sílabas malditas
retweets de meteoros cuadrúpedos.
El amor es un emoticons
en la espalda herida de Dios.
Un hashtag hurta diademas
de corazones hilados
por coágulos de azúcar
en una imagen sin himen.
Grupos privados practican perdones
y confesionarios de mensajes en bikinis,
el silencio grita a la infidelidad del tiempo
y la niña del viento hace sus ademanes
en un zoom de travesuras sin precio,
sus caderas presumen full color,
el amor mercadeado por tarjetas juguetonas
en la caricia de almíbar del sexo.
Códigos binarios de silabas tartamudas
universo perfecto y cabalmente editado,
al final:
La caricia es una migaja escaneada
en los ojos de Cronos.
Mar de conexiones virtuales
Ondulan susurrantes olas
de cabellos en 3 D
y un océano de datos
sella las partículas dérmicas
de sus caricias biocinéticas,
el tiempo se desdobla
y se pulveriza.
Las manecillas del reloj
tiene reumas apocalípticos
de un email enfermo de spam,
y los recuerdos
se vuelven veloces algoritmos
en la columna vertebral del pain,
y los mensajes
de artríticas urgencias
guardan secretos afeminados
por el viento,
y una mano extraña
de impulsos eléctricos,
se desliza en las nubes graciosas
de la ausencia
el universo adelgaza sus costados
de fuego
y la luna se transforma
en un cuento de Wikipedia
en tiempos de caballeros transexuales,
En este universo intangible
mis pensamientos desdibujan hashtags,
hasta encontrar tu mirada calcada
en un boceto de emojis destruidos
y golpeados por una risa.
Tus palabras de efusivos emoticones
que me hacen reír por no llorar.
El amor hace clic en la espalda
de la promesa
y un virus con guantes de seda
se propaga,
en la red de tóxicos lexemas
con pantallas
que padecen de cativí
y dispositivos con alzhéimer
un ataúd tísico trasmite
mensajes S.O.S.
en una computadora ciega y raquítica,
y la realidad holográfica preñada
de mundos vestidos de floreros
y las mentes duplican fábricas de ambiciones
y de éxitos convalecientes
un universo paralelo escupe
conexiones de lengua postizas
y de la vida que se abre despacio
a una prótesis aortica
de ternura,
donde la eternidad es un simple instante
que transcurre en el reloj extraviado
de Zeus o Poseidón.
Mi versión ficticia
Tornado de pajaritos travestis
juegan a la adicción
a cada instante.
Un archivo abierto al mundo
es la vida efímera
de monjas sin púlpito,
sin secretos subyace la ventriloquia
de dólares sucios al mejor postor.
Ni miras, ni oyes, ni palpas
los bordes de la distancia
en un cubo rubik drogadicto
bajo la fornicaria sombra
de un perfil de Bug Bunny
con cara de John Lennon.
El nombre original
se pinta de payaso
tras la imagen de cerezos eróticos
y seguidores nazis admiran
mi múltiple versión.
Un hashtag escarea la diástole
de palabrejas
prohibidas que juegan
a escondidas
con alfileres erectos,
un sello sin himen,
un me gusta en la boca
de Hunab Ku,
mis pasiones pulsan mi fe
de billetes juguetones
en la tómbola marsupial
del homo videns,
reflexiones de una rata
en la mejor página de filosofía,
un simple Retweet
masturba la fama con aritos
de lujo y la porquería
de una marioneta
corta sus manos
ante un algoritmo asesino,
¿Mueve mi mano,
los hilos torcidos de mi voluntad?
Navego en ríos de emojis,
en barbas parricidas,
busco mi cuerpo apagado
en la biomecánica de una caricia,
la pantalla pixelea mi futuro herido
contra ángulos criminales
al final de un cuadrilátero político
la poesía escribe ceros y 1,
el amor de bytes y megabytes adúlteros,
donde la ciencia ficción viola
la inocencia de Alicia en el país
de las pesadillas,
un clics y share engendran
paréntesis estafadores
del pentateuco subliminal
de la mentira.
Un lamento gruñe
en el rostro de Jesús
interpretando a un súper star.
la vida es adicta a compartir miserias
de abundancias indelebles
y a recibir la basura cósmica
de la salvación
entre emoticons de salmos salvajes.
La víctima feliz encuentra placer
en la línea torcida de un email
escrito por Itzamná.
Y tú, ¿me sigues o me dejas
de seguir en las autopistas
de plasmas orgiásticas?
¿Te gusta o te desencanta mi forma
de pingüino viajero?
Soy un ser inestable
teleférico deshilándose
entre bosques asesinos
¿Caeré en fragmentos
en el olvido dodecaedro
de la perdición?
Eternal duda,
big data,
big brother
se pierde la nube.
Quién soy yo, ¿pantalla?
Quién eres tú, ¿un número?


Los poetas quieren ser robots MELVIN SALGADO. UNA OBRA LITERARIA QUE SUPERA FRONTERAS DE ESPACIO Y TIEMPO



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