10 estilos divergentes en esta propuesta de Oscar Sierra Pandolfi.  Libro: 200 ESTILOS EN BUSCA DE AUTOR Gracias a Raymond Queneau, ya que lo hizo en la lengua francesa, y nosotros en la lingua ponz

LITERATURA HONDUREÑA13/06/2025 Alfred Collins ( Rep. Dominicana) colaborador.

 

El Relatografo

Tortolito Norambuena, el fracasado.

 (Versión homeoteleutones)

 Fue nacido Tortolito Norambuena en muy remoto lugar donde todos bien vivían y hambre no había, y ya que a todos les decían "nadie". Era pequeño, lo castigaban sus padres, porque no le agradaba tomates recolectar. Su Eugenia tía también lo regañaba porque decía “dentrífico” en lugar de decir “murciélago”. 

Sus compañeros en la escuela como precaución lo molestaban y así no tuvieran que hacerlo sus padres.  Regresaba en norabuena con moretones de la escuela, porque sus amistades eran las mismas y ya se acostumbraba. Se dio cuenta de que medía un metro noventa y pesaba 123 kilos, a los 16 años, y entonces a pelear comenzó muy duro. 

Un agente lo llevó a los 18 a la ciudad, a entrenar. Tortolito nostálgico se sintió por su hijo y novia (y lo castigó también su madre por eso, no se defendió él, era porque su madre) y se despidió desde que subió al bus. Después de un mes, cenó un chicken rolls en una pensión, antes de su primera pelea. Golpeado FUE con mucha fuerza y en el hospital falleció. 

 (Precisiones)

 Tortolito Norambuena fue nacido rápidamente en un lugar muy remoto lejano, donde todos vivían bien aligerados felices y no había hambre que sufrir, ya que a todos les decían "nada", bajo los perpendiculares rayos del sol. Aun siendo un pequeño, sus padres lo arremetían con un cinturón de cuero que hacía círculos precisos en el aire para rayarle la espalda, sencillamente, porque no le agradaba recoger tomates. Su tía Eugenia también lo regañó súbitamente con la ligereza de un rayo de luz, y porque apresurado tartamudeante expresaba “murciélago”, en vez de “dentrífico”. 

En el mundo escolar sus compañeros lo engarruñaban como precaución silenciosa y así evitaba que sus padres no tuvieran que hacerlo. Norambuena retornó de la escuela con moretones porque ya estaba acostumbrado y sus amistades eran las miasmas mismas. A los 16 años, de inmediato se dio cuenta de que poseía una medida, un metro noventa y pesaba 123 kilos, y aligerado comenzó a pelear muy duro como Mohamed Ali. A los 18 la suerte fue tan rápida que un agente lo llevaría probar suerte que pronto lo convocaron a entrenar en la ciudad. Tortolito se sintió con pavor nostálgico por su novia que se quedaba en el olvido y su hijo, apenas recién nacido, (su madre también lo castigó en un abrir y cerrar de ojos, por eso, pero él no se defendió, porque era su madre y desde que subió al bus se sintió muy triste. Unas semanas después, cenó en una pensión un Gmallén, deliciosos platillos de chickens rolls que le freía su mother, muy apetecidos.  El disfrute fue antes de su primera pelea. Lástima que fue golpeado con mucha fuerza en el segundo round, porque lo levantaron de emergencia, quedaría derribado en el césped: apareció en el hospital, ya fallecido.

 

(Negatividades)

 Tortolito Norambuena no fue nacido en un lugar muy remoto donde todos ni vivían bien y no había riqueza, ya que a todos no les decían "nadie". Cuando era pequeño, sus padres no lo castigaban porque no le agradaba recolectar tomates. Su tía Eugenia también ni lo regañaba, porque en lugar de decir “murciélago”, no decía “dentrífico”. 

En la escuela de niños, sus compañeros no lo molestaban como precaución y así no hacían que sus padres no tuvieran que hacerlo. Norambuena no regresaba de la escuela con moretones porque ya ni se había acostumbrado y sus amistades ni eran las mismas. A los 16 años, no se dio cuenta de que medía un metro noventa y pesaba 123 kilos, y entonces no comenzó a pelear muy duro. A los 18, un agente no lo llevó a entrenar a la ciudad. Tortolito no se sentía nostálgico por su novia y su hijo (su madre también no lo castigó por eso, pero él no se defendió porque no era su madre) y desde que no subió al bus, y ni se sintió muy triste. Un mes después, no cenó en una pensión un Gmallén antes de su no, primera pelea. No fue golpeado con mucha fuerza y no falleció en el hospital, porque este cuento no sucedió. 

 En el mundo escolar sus compañeros no lo engarruñaban como precaución no silenciosa y así ni evitaba que sus padres no tuvieran que hacerlo. Norambuena no retornó de la escuela con moretones porque ya no estaba acostumbrado y sus amistades ni eran las miasmas mismas. A los 16 años, de inmediato no se dio cuenta de que poseía una medida, un metro noventa y pesaba 123 kilos, y aligerado no comenzó a pelear muy duro como Mohamed Ali. A los 18 la suerte no fue tan rápida que un agente no lo llevaría probar suerte, que pronto, no lo convocaron a entrenar en la ciudad. Tortolito no se sintió con pavor nostálgico por su novia que no se quedaba en el olvido y su hijo, apenas recién nacido, (su madre también no lo castigó en un abrir y cerrar de ojos, por eso, pero él no se defendió, porque no era su madre y desde que no subió al bus, ni se sintió muy triste. Unas semanas después, no ni cenó en una pensión un Gmallén, ni deliciosos platillos de chickens rolls que no le freía su mother, ni muy apetecidos.  El disfrute no fue antes de su primera pelea. Lástima que no fue golpeado con mucha fuerza en el segundo round, porque no lo levantaron de emergencia, no quedaría derribado en el césped: no apareció en el hospital, ya no había fallecido. 

 

(Vacilaciones)

 ¿En el mundo escolar sus compañeros lo engarruñaban como precaución silenciosa y así evitaba que sus padres no tuvieran que hacerlo? Castigo por honor.

¿Norambuena retornó de la escuela con moretones porque ya estaba acostumbrado y sus amistades eran las miasmas mismas? Golpes de adelanto que da la existencia.

 ¿A los 16 años, de inmediato se dio cuenta de que poseía una medida, un metro noventa y pesaba 123 kilos? ¿y aligerado  comenzó a pelear muy duro como Mohamed Ali? ¿A los 18 la suerte fue tan rápida que un agente lo llevaría probar suerte que pronto lo convocaron a entrenar en la ciudad?

 ¿Tortolito se sintió con pavor nostálgico por su novia que se quedaba en el olvido y su hijo, apenas recién nacido? ¿su madre también lo castigó en un abrir y cerrar de ojos, por eso, pero él no se defendió, porque era su madre y desde que subió al bus se sintió muy triste? ¿Unas semanas después, cenó en una pensión un Gmallén, deliciosos platillos de chickens rolls que le freía su mother, muy apetecidos?

¿ El disfrute fue antes de su primera pelea? ¿Fue golpeado con mucha fuerza en el segundo round? ¿Por qué lo levantaron de emergencia, quedaría derribado en el césped: apareció en el hospital, ya fallecido?

 

(Estilo Económico)

En el mundo descontado de sus compañeros no lo engarruñaban con la plusvalía de la indiferencia; como precaución monetaria no silenciosa y así evitaba que sus padres ahorraran sus vitreos ingresos, y no tuvieran que hacerlo poco tiempo de quiebra económica. Norambuena retornó de la escuela con moretones que usufructuaban la decadencia cepalista de su sangre barata, porque ya estaba acostumbrado al stock de las rebajas éticas por día con sus amistades en devaluación, que ni eran las miasmas mismas. A los 16 años, de inmediato con razonamiento en descuento, no se dio cuenta del plus financiero de sus músculos, de que poseía una medida extraordinaria más pesada que el oro en Wall Street, casi un metro noventa y pesaba 123 kilos, y aligerado firmó el cheque con fondo infinito de pelear y comenzó muy duro como Mohamed Ali en las subastas de apuestas desorbitantes. A los 18 la suerte en pesetas y dracmas dolarizados, fue tan rápida en la bolsa de valores ingenuos del boxing como mercado negro de Streetfihgters y que un agente lo llevaría a probar suerte convirtiéndolo en mercancía de vitrina de alto level, que pronto, lo convocaron a entrenar en la ciudad para enfrentarse a los mejores puños de la Hollywood del boxeo.

  Tortolito se sintió alegrísimo al recibir la noticia financiera contra el pavor nostálgico de ponerle un stop a su novia que se quedaba en el olvido de una alcancía de sentimientos y su hijo en la ruleta rusa de una pobre apuesta, apenas recién nacido, (su madre también lo castigó en un abrir y cerrar de ojos, por la abrupta propuesta monetaria de salir hacia la fama, y por eso, pero él no se defendió, porque era su madre, y desde que subió al bus del éxito, ni se sintió muy triste, se trata del precio y el valor de salir hacia adelante, con los bolsillos que rebasarían grandes marmajas. Unas semanas después, cenó en una pensión un Gmallén, los deliciosos platillos de chickens rolls que le freía su mother, que eran muy apetecidos en valor de euros.  

El disfrute fue antes de su primera pelea que le abriría ser un sujeto peleador de furia como un león, la prisa por obtener cuentas bancarias y vida en jacuzzis. Lástima que fue golpeado con mucha fuerza en el segundo round, porque lo levantaron de emergencia, en la ambulancia más cara de la región, pues quedaría derribado en el césped: apareció en el medical hospital, ya había fallecido, el dinero se acaba antes, la fama es una ilusión monetaria y la muerte no pierde sus ganancias en el mercado de la muerte.

   (Ampuloso)

En el mundo escolaris de sus comparsas honoríficos, no lo farfarullaban como precavido e infame y así plácidamente coevitaba que sus paternos no tuvieran que estar en factótum. Norambuena retornó del gravitacional centro educacional con edemas globulizados, porque ya no estaba en el consuetudinario letargo de sus amistades, que eran las miasmas no mismísimas. A los 16 otoños, de inmediato, redescubrió la anatomía muscular de su tríceps y bíceps en una medida MKS de metro noventa y pesaba 123 kilos, y con una precipitación Richter comenzó a iniciar en el mortal Kombat, muy fuerte, como Mohamed Ali. A los 18 veranos, la suerte llegó como un maremágnum, fue tan óptima la aceleración gestionaría que un personaje mánayer lo lanzó al mundo del show boxing espectacular, que pronto, le llegó la convocatoria filial para entrenar a la entramada y laberíntica ciudad. Tortolito asintió con pavor nostálgico por su consorte, que no se quedaba hundida en el mal presagio del siniestro olvido y su prole, apenas era un recién nacido en el cordón umbilical de la existencia; (su madre arremetió insoslayable, que lo castigó en un abrir y cerrar de globos ópticos; empero, él se esquivó, porque era un acto de vendimia lo de su madre, y desde que hizo el transbordaje al bus, se percató sintiente en el flujo diastólico acelerado. Unas vueltas de reloj, después, deglutió la cena en una pensión de Gmallén, los exquisitos manjares de platillos adobados de pollo rostizado, a la entomatada, que le infería en la cocina su mother; muy apetecidos por los deseos pecaminosos de la fiambre.  El goce estrafalario gastronómico era un réquiem materno, adrede de su primer acto boxístico. Fue acaudalado por la estolidez de un puñetazo en el puente maxilar, y con mucha fuerza aerodinámica percutió la vencida en el segundo round; porque en el embrollo de los instantes, hicieron acto de levantamiento cadavérico en emergencia; quedaría en la incertidumbre agolpado en la alfombra roja de la derrota y en un acto de magia, apareció en el escenario terapéutico del facsímil letárgico de la morgue.

  (Lacónico)

 En el mundo escolaris de sus compañeros fue el infame consuetudinario letargo de sus amistades desconocidas. A los 16 otoños, redescubrió la capacidad muscular de su tríceps y bíceps en una medida MKS de metro noventa y pesaba 123 kilos.  Comenzó en el mortal Kombat.

A los 18 veranos, la suerte llegó como un maremágnum, fue tan óptima gestionaría de un personaje mánayer lo lanzó al mundo del show boxing espectacular. Tortolito asintió con pavor nostálgico por su consorte, y su prole, apenas era un recién nacido en el cordón umbilical de la existencia; desde que hizo el transbordaje al bus, se percató sintiente en el flujo diastólico acelerado. Deglutió la cena en una pensión de Gmallén: exquisitos manjares adobados avícolas. El goce estrafalario gastronómico fue un réquiem materno, adrede del único acto boxístico.  Fue propinado por un puñetazo en el puente maxilar, y con acción aerodinámica percutió la vencida en el segundo round; El acto de levantamiento cadavérico en emergencia; agolpado en la alfombra roja de la derrota apareció en el escenario terapéutico del facsímil letárgico de la morgue. 

 (Vulgar)

 Tortolito Norambuena lo parieron en una calle juca de pordiosera familia, donde todos sobrevivían en una pocilga con migajas de pizza nacida y había mucha tronazón de tripas, ya que a todos les decían don "nadie". Cuando era casi un enano chigüín; sus tatas lo cachimbeaban porque no le parecía pepenar tomates. Su tía Eugenia también lo puteaba porque en lugar de decir “murciélago”, decía “murciégalo”. 

En la estrecha escuela de cipotes, sus aleros de aula lo jodían y así hacían que sus viejos no tuvieran que fajearlo. Norambuena venía de la escuela con unos chilillazos, porque ya se había metido a ped2 y sus aleros eran los mismos. A los 16 años en las muelas, se dio cuenta tenía la estatura de una vara de cuete, palancón, como poste de luz, un metro noventa y pesaba 123 kilos, y entonces comenzó a volar riata con puños sucios, muy duro. A los 18, un señor de esos catrines, lo llevó a la ciudad de esas casas gigantes donde abundan las colmenas de luces. Tortolito se sintió tristón con su chava y su hijito que apenas acababa de nacer; su madre también lo marimbeó por ser padre penco; pero él no tiró manotadas de ahogado, porque se trataba de su vieja, la que le dio la vida. 

Desde que se trepó al bus, se sintió desgajado. Un mes después, se hartó en un comedor de mala vida con un plato de tamales de pollo, le recordaba a los que hacia su madre; eso fue antes de la primera aventada a riata del torneo. Le pegaron una montada a verga, que los ojos se los reventaron de un solo pijazo, con mucha fuerza y se palmó en un hospital que apestaba a puros muertos en vida.

   (Clínico)

Tortolito Norambuena nació en un páuperio remoto, donde todos vivían con el síndrome de la soledad extrema y con ciertos síntomas diabéticos en su corazón familiar; pues no había hambre, ni pobreza. Los rayos X de la realidad era que a todos les decían "paralíticos de sueños". Cuando era apenas un pediátrico ser, Norambuena era el receptáculo clínico de moral de sus padres, cuando le inyectaban dobles CC. de latigazos de consejos de largometraje, y porque no le agradaba recolectar tomates en la zona de emergencia del bisne paterno. Su tía Eugenia, parecía una ginecobstetra sin óvulos, y también le recetaba regaños en fuertes dosis, porque en lugar de decir “murciélago”, decía “dentrífico”. 

En la escuela de niños, sus compañeros lo bistureaban con bromas sarcásticas que provocaban pus de envidia y con precaución, así generaban una profilaxis psicológica; que sus padres intervinieran quirúrgicamente en su comportamiento de infantiloide. Norambuena llegó a la casa con coágulos gruesos de varices de viejas preñadas, porque ya se había acostumbrado a la sobredosis cáustica de que le hicieran cirugías de insultos en la estructura facial, y sus amistades eran las mismas en el diagnóstico de su existencia anémica. 

 A los 16 años, consideró que medía un metro noventa, según la consulta externa del mánayer del equipo boxístico, y pesaba 123 kilos en el rango anoréxico; y vertía una capacidad muscular de Chuacheneger en tiempos de hambre, y entonces comenzó a capacitar sus vertebras lumbares para gimnasiar la masa corporal para llegar a ser un paciente peleador en los grandes estadiums de peleas de pesos pesados con efectos de analgésicos prohibidos. 

A los 18, un agente laboratorista de entrenamiento deportivo muscular y especialista en boxeo, lo llevó a entrenar a la ciudad con la receta previa de lograr el ganex empastillado del éxito. Tortolito se sintió con cierto goteo nasal nostálgico por su novia y su hijo apenas succionaba sus dedos con su tierna boca, pues (su madre también le inyectó un recetario de consejos. 

Pero él, no se oxidó, porque era su madre, la que fue la enfermera en toda su vida, y desde que abordó al bus, y se sintió un dignea pleural que lo arrastró al vértigo de recuerdos muertos. Un mes después, cenó en un casi restaurant, previo a la primera pelea citada en el torneo mundial. Fue luxado con mucha fuerza y expiró a consecuencia de una contusión exocraneal en la parte lumbar de la cisura de Rolando, provocando coágulos internos que le causaron hipoxia existencial en C.I. 

  (Dramaturgia)

 I.       ACTO

(Tortolito Norambuena fue nacido en un lugar muy remoto donde todos vivían bien y no había hambre, ya que a todos les decían "nadie").

NARRADOR. Cuando era pequeño, sus padres lo castigaban porque no le agradaba recolectar tomates. Su tía Eugenia también lo regañaba porque en lugar de decir “murciélago”, decía “dentrífico”. 

PERSONAJE.1. En la escuela de niños, sus compañeros lo molestaban como precaución y así hacían que sus padres no tuvieran que hacerlo. 

(Norambuena regresaba de la escuela con moretones porque ya se había acostumbrado y sus amistades eran las mismas).

II.ACTO.

(A los 16 años, se dio cuenta de que medía un metro noventa y pesaba 123 kilos, y entonces comenzó a pelear muy duro).

III.ACTO. 

A los 18, un agente lo llevó a entrenar a la ciudad. Tortolito se sentía nostálgico por su novia y su hijo).

PERSONAJE 2. Su madre también lo castigó por eso, pero él no se defendió porque era su madre) desde que subió al bus, y se sintió muy triste.

Un mes después, cenó en una pensión un Gmallén antes de su primera pelea. Fue golpeado con mucha fuerza y falleció en el hospital.  

  (Estilo amanerado)

 Tortolito Norambuena nació con la mano quebrada en un pueblo de Tangalanga, tierra de doble personalidad; Torto era muy joto en el espacio donde todos vivían bien como musculocas y no había tendencia declinatoria, porque su padre, tarde o temprano emigró al Cuarto Oscuro, ya que a todos les decían "salte del closet". 

Cuando Torto era chavalo, sus padres orientaban sus puntos cardinales en el bando cisheteronormatividad; aunque Torto lo descalibraban, porque no le agradaba recolectar tomates y lichas, sino que solamente recolectaba pepinos y bananos. Su tía Eugenia, con su postura de drag queen, también lo regañaba insolente, porque en lugar de expresar “Soy varón”, decía “Zoyla Mariposa”. 

En la escuela unisex, sus compañeros no le toleraban sus movimientos de abeja y sus mates de mariposo y, como precavidos, lo volteaban, y así hacían que sus padres no tuvieran que hacerlo, aunque ellos andaban bajo mesa. Norambuena regresaba de la escuela con chichones en la cabeza, con un lloriqueo de no c q, porque ya se había acostumbrado a las poses del profe Mamaya, y sus amistades travestis eran las mismas en todas las cuadras de TangaLanga. 

 A los 16 años, se dio cuenta de que debía salir del closet, aunque su masa corporal de hombre fisiculturista subyacía para ser un deportista, porque medía un metro noventa y pesaba 123 kilos, y entonces comenzó a pelear muy duro, aunque no estaba seguro. A los 18, un agente lo llevó a entrenar a la ciudad en esos torneos de boxeo, aunque se quejaba por la instigada fuerza varonil. Sabía, a ciencia cierta, que no era para él ni ella. Digámoslo así. Tortolito se sintió achicopalado, y asintió un deprecio por su novia y su hijo imaginario, que nunca iba a engendrar; su madre no lo castigó al ver sus indicios amanerados, aunque él reflejaba solidez corporal, desde que subió al autobus, y se sintió muy triste. Un mes después, cenó en un restaurante pipirisnais, bebió cerveza con pajillas, antes de su primera pelea como boxeador.

 Se metió al ring, y con tremenda fuerza descomunal lanzó varios puñetazos al oponente, que lo desequilibró, tres, cuatro, cinco rounds y desmembró al opositor. El referí levantó la mano derecha del ganador ante el público y Torto agarró el micrófono, sin querer soltarlo. Se convirtió en un gran peleador de boxing después de que decidió salir del closet bajo el consejo del profesor A.A.

 

 

Aquello que decía Chejov de que a toda narración habría que cortarle el principio y el final, porque son los lugares donde más mienten los escritores.

   (Fantástico)

 Tortolito Norambuena su nacimiento fue fantasmagórico en un espacio maravilloso, cerca del acceso imposible del olvido; donde el espacio de una montaña insólita aborta estrellas pegadas en la escarcha de la nocturnal algarabía de pájaros, donde todos vivían bajo el esplendor vigoroso de los rayos ultravioletas de una varita mágica de felicidad y aunque, ya que a todos les decían "nadie". 

Cuando era duende goblin, sus padres convergían en el astro subliminal del abracadabra del castigo contra el sombrero de mandrake de sus petulancias traviesas, porque no le encantaba el fragor de rudimentar las esferas frutíferas rojizas en la cosecha benévola del otoño, donde su padre erigía la efigie del negocio. 

Su tía Eugenia trágicamente convalecía sus gesticulaciones y genuflexiones en espejuelos de atroz regaño, cuando él gramaticaba el lexema “murciélago”, y gesticulaba “dentrífico”. 

  En el universo infantil sus compañeros lo espiaban con ojos mágicos contra la precaución de escaparse del señuelo escolar y así enmadejaba el arcoíris de voluntad de que sus progenitores no evocaran la ennegrecida manera de soterrarlo en la cueva grasienta del castigo; no tuvieran que hacerlo con la forma del astro de fuego. Norambuena regresaba como un mago de Oz en la fantasía espeluznante de siniestros rayanes morados en la escarcha dérmica de su anatomía de duende: por otro lado, ya se había fáusticamente extraviado la lámpara mágica de sus amistades que eran las mismas en el mundo fontanoso de la hipocresía. A los 16 años, se dio cuenta de que medía un metro noventa y pesaba 123 kilos de vanagloria multiplicada de fuerza corporal como un Frankenstein en versión boxeo, era la configuración de un estrellato en las vértebras superiores de los hombros y entonces a pelear con supuestos poderes sobrenaturales e indiscutibles; uno parecido a He-Man en versión teenage y con la inteligencia de las Tortugas Ninjas. 

A los 18, un agente de negro con el traje de David Copperfield lo llevaría a supeditar los artilugios entrenativos en la ciudad gótica de sus éxitos donde habitaría tesonero con vigorosidad soñaría en el alabastro auxiliar a sus descendientes y alguna vez que la existencia haga el summun agregado de tesoros acumulados en la máscara del honor. 

  Tortolito sintió el tictac de la luciérnaga de lágrimas brillar en el rostro fatídico del adiós ante el guante de seda del amor de su novia y frente a la esporádica luminiscencia de la sonrisa de su hijo, apenas había nacido, y su madre también lo atestó; pero él no concibió ningún acto fantasmagórico irrelevante ante su madre desde que abordó el cohete espacial terrestre y se sintió como si estuviera frente al espejo de la madrina malvada en Blancanieves. Un tiempo en el reloj de arena, cenó en un castillo lucífero, una gamada de enrollados condecorados de tiras de bípedos avícolas, a la lazaña asada y fue adrede de su primer conflicto boxing especular. Fue derrostrado con el magnun hit en la mandíbula vampiresca del jovenzuelo novato y feneció sin mucha lumbre lucida de agónica despedida e en el hostal clínico de la ciudad, sin conocer la ignota causal de la contunción arremetida por la espada de golpe de Le O no.

 

        (Ciber)

Tortolito Norambuena nació bajo el wifi de una geografía remota que no se podía detectar ni con GPS y donde todos cibervivían bien, bajo el Google de la fe, ya que a todos les daban el emoticón de un "nadie". Cuando era un tiktoktero infantil, sus padres lo formateaban la mente, porque no le agradaba recolectar tomates, solamente les lanzaba un flash estilo selfi a la siembra. Su tía Eugenia también le daba delete a sus mañas, porque en lugar de decir “murciélago”, decía “murciélago.com”. En la escuela de pantallas de niños, sus cibercompañeros lo molestaban a velocidad de mil GB y, como precaución, bloqueaban sus sentidos con gafas de rayos láser y así hacían que sus padres no detectaran panópticamente sus movimientos calculados. 

Norambuena regresaba con hashtag de cicatrices, porque ya se había acostumbrado a instalarle un antivirus ético a sus malas spyamistades, que eran las mismas que se ofuscaban en Messenger tontos. A los 16 años, se dio cuenta de que medía un metro noventa de gigabytes de altura y pesaba 123 kilos de gigas; ya casi un holograma pesado de hombre biónico para ser boxeador hiperespacial, y entonces comenzó a pelear muy duro como de esos personajes de street fire. A los 18, un amigo, ingeniero y coach de boxing, lo llevó a entrenar a la teleciudad. 

  Tortolito se sintió nostálgico por su novia inflable y su hijo comprado por encargo en eBay, igual que su madre, también le solicitó el shopping la felicidad por internet en Amazon; pero él se negó ante el email verbal de su madre y desde que se subió al window-bus, y se sintió muy triste porque la pantalla del adiós extraviaba la señal. Un mes después, Torto cenó un platillo digital de pollos sometidos al Photoshop en plena matanza, en una web adherida al salvaje travestismo del crimen, y eso fue ante el start de su primera peleabiodigital como si fuera Robocop contra Cíborg. Torto en el tercer round, apretó el último Play de un nocaut y con una patada estilo Kent en Street fighter los arremetió en un abuke y con el lanzamiento de la cuerda fatal de Escorpión se crepitó tras la plasma obsoleta del overgame donde Torto ganaría la apuesta de ser un MPlayer en el próximo campeonato, esta vez nadie murió, porque solamente era un Gamer de pantalla Xbox.

          (Religioso)

Perdona a Tortolito Norambuena, porque nació en un lugar mitad celestial y la otra, infernal, fue la génesis de su existencia, digamos muy remoto, de los inhóspitos manantiales del jardín del Edén de la modernidad, donde todos vivían como inocentes frailes, en votos de castidad, bien. Ya que a todos habían sido lanzados a la pila bautismal de ser "nadie". Cuando Torto era pequeño no hizo la primera comunión con nadie, ni con Dios, ni con lucifer, pues sus padres tenían el perfil medieval de inquisidores y porque a Torto no le agradaba recolectar tomates bajo la potestad religiosa del sometimiento, “gánate el pan con el sudor de tu frente”, le repetían en las misas dominicales. Su tía sor, Eugenia, había apostado por la castidad mental y vaginal, aunque también lo sometía a sendos rosarios, porque en lugar de decir “Padre nuestro”, decía “Belcebú nuestro”. 

En la escuela de niños angelicales, sus compañeros lo intercedían ante los rezos diarios y con precaución se persignaban al ver a tortos con la rebeldía emanada de la oscuridad y así hacían que sus padres no tuvieran que hacerlo ir a misa empujado por los sermones baratos de ciertos líderes católicos. 

   Norambuena regresaba de la escuela con ciertos roces de golpe en la piel apóstata de sus sentimientos, ya que se evidenciaba su ateísmo estoicista y rebelde que había sido tragado por la ballena de Jonás de la realidad, y porque ya se había acostumbrado a la ausencia de la fe y sus amistades eran las mismas que iban con el viejo testamento bajo las axilas porque nadie comprendía su andanza temprana de Job mundano. 

A los 16 años abrió el Mar Rojo de la mente, se dio cuenta de que medía un metro noventa y pesaba 123 kilos casi parecido a Sansón y entonces comenzó a la carrera vertiginosa de la contienda física entre deportistas del ring; aunque le dejaron en claro, que no iba a llegar a ningún lado con la selección que había tomado franciscanamente, se dirigía a la perdición.

A los 18, un predicador del boxing, le recetó el evangelio de los peleadores de la WWF y lo llevó a entrenar a la ciudad, siempre encomendado a la santa virgencita de los boxeadores. Tortolito se sentía espiritualmente decaído a la hora de abordar la nave de cuatro ruedas, y eso de nostálgico, parecía la eucaristía de la tragedia,  porque dejaba a  su novia vestida y alborotada, como decían, ella se quedaba para vestir santos, aunque, fuera del matrimonio, Torto le engendró un  hijo, situación que se quedó en el absoluto silencio, ya que el sacerdote iba a excomulgar a su familia, llamándolos pecadores, abominados; igualmente su madre lo instigó a que obedeciera los 10 mandamientos de la vida,  pero él no se rechazó el corazón sagrado de su madre, y desde que subió a la carreta de motor fruncido se sintió protegido por la divina providencia, que hasta el padre le hizo un jacuzzi con agua bendita. Un mes después del éxodo personal, cenó en una estación casi parecida a una capilla romana, hostias y ostiones con caviar en la feligresía de los campeones posmodernos del boxing; todo eso fue previo al apocalipsis de su primera pelea. Fue golpeado con mucha fuerza y falleció en el hospital.  

               Científico

Tortolito Norambuena nació multiplicado en un lugar de secretos agujeros negros de alegría y tristeza; muy remoto cuánticamente, donde todos vivían bien como protones que se dispersaban en la demostración amorosa familiar y no había indicadores directos de riqueza, desde la categoría de la apariencia de la ley de la gravedad de Newton, ya que a todos hipotéticamente eran unos "nadie". Cuando era atómico ser infantil, sus padres contenían sus esquizofrenias con fuerzas de un electrón emocional. Torto  desafiaba el efecto mariposa de recolectar tomates bajo el efecto de la cinta de Moebius de la ociosidad, sin percatarse de cuidar el magnético paterno de los bisnes. Su tía Eugenia, con la fuerza aerodinámica de su cuerpo de globo hidrostático, colmaba sus consejos que mantenían el fondo de un agujero de gusano de regaños, sin metamorfosis;  también lo regañaba porque, en lugar de decir “Metamorfosis”, decía “morfosismeta”. 

En la escuela de niños con cerebros de Einstein, empero, sus compañeros lo gruñían encerrándolo en la caja de Schrodinger de la burla, y como precaución distócica de escapar en paralelepípedo de cuatro ruedas que le había comprado su padre con chofeur y todo, y estos prospectos sujetos, así, hacían que sus engendradores  no tuvieran que aplicar la fórmula del golpe sobre la masa, que es igual al volumen de mugidos sin provocar la bomba atómica de protesta, todo en la escalada Fahrenheit del silencio bajo cama. Norambuena retornaba como un rayo gamma de la escuela con protones de rozones en la epidermis de sus extremidades inferiores; porque ya se había hastiado de la consuetudinaria  relación putativa de las amistades, que ya eran las mismas en el dorsal del tiempo.

A los 16 años, descubrió los rayos X de un metro noventa y pesaba 123 kilos como el peso molecular de una enana amarilla de su mundo corpóreo y entonces comenzó a pelear muy duro en el mundo de inquietos manotazos que violaban las leyes del espacio, según Heisenberg. A los 18, se encontró con un señor ya entrado en años con su cara de Alva Edison y lo llevó a entrenar a la ciudad para confrontar la hipotaxis energética del torneo de boxing que se celebrate anualmente. Tortolito sintió la fotosíntesis emocional y  nostálgica de divisar  a su amada introyectada en la atroz fuerza electromagnética del olvido, y su hijo, apenas miraba las luces fotónicas blanquecinas de la medialuna  y en eso procedió con ciertas hipótesis compulsivas, su madre también lo propagó el antivirus de sus consejos, por eso,  él no le refutó y desde que abordó con acción- reacción  el obús, y  sintió la molécula estelar de la despedida. Un mes después, cenó en un laboratorio gastronómico de experimentos alimenticios y fue a priori de su primera intervención de boxeo casuístico de guantes de oro de Cassius Clay. En el primer y tercer round fue vencido por un rayo Alpha de golpes de gancho pegados con incertidumbre en la clavícula maxilar, donde un sismo cardiovascular lo lanzó al vacío, e instantes después, feneció en el rigor mortis de un convaleciente hospital que se perdía en la nébula del sol.

                     Periodístico

Tortolito Norambuena nació como una noticia de última hora o de último momento,  en un lugar muy remoto, donde las cámaras necias de reporteros, no tenían acceso. Aunque cualesquiera levantaban una crónica de emociones familiares, y donde todos vivían bien mal. Según los hechos narrados, no había hambre, ni violencia, según fuentes oficiales de la EFE, y además, que ya a todos les decían  don "nadie". Así aparecían en la primera plana del silencio noticioso de color amarillo. Cuando Torto era casi parecido a un canillita, sus padres lo denunciaban ante el report mortis de la nota roja de la familia, y porque no le agradaba recolectar tomates en el emprendimiento de su padre. Su tía Eugenia informó sin revelar las confesiones a otros medios, que  también lo reprendía  porque, en lugar de decir “HCH”, lo traducía en sus abreviaturas. “Hombre con Hombre”.

En la escuela de niños, sus compañeros faranduleros lo capchaban estilo Paparazzis cuando elaboraba sus tareas escolaris, y como precaución, lo vigilaban con columna de chismografías en la dirección de la escuela, y así hacían que sus padres no tuvieran que hacerlo, para no salir en periódicos de malamuerte. 

    Norambuena regresaba puntual con destellos en la cara y porque ya se había acostumbrado al bullying y sus amistades eran las mismas, así informaron los noticiarios matutinos. A los 16 años, se dio por confirmado que medía un metro noventa y pesaba 123 kilos, y entonces comenzó a pelear muy duro, pues las revistas nacionales e internacionales acudieron a la alfombra roja de la fama para verlo foteado con pose de Hulk.

A los 18, un agente lo llevó a entrenar a la ciudad, sin dejarse rebelar de su movimiento; aun así, fueron perseguidos por los cagatintas, que, de inmediato, tiraron la noticia de primera hora. Tortolito se sintió estresado y nostálgico por ver a su novia a punto de morir  y su hijo quedaba a merced de la nada, por eso, algunos periodistas interrogaron a la madre que también acudió a llamarle la atención.  Pero él hizo caso omiso a todos los ruidos y chascarrillos televisivos y radiofónicos. Desde que subió al bus, los flashes caían como rayos fotónicos sobre sus ojos y se sintió muy triste de tanta chismografía periodística. Un mes después, cenó en un restaurante de la capital, muy discreto, casi desconocido, el lugar. Eso fue antes de su primera pelea, hubo fuga de información, y los voceros aparecieron de la nada con sus cámaras travestis. Fue golpeado con mucha fuerza, cayó al césped, ahí estaba el Puskas, el Halcón, el Paquito, transmitiendo la muerte en vivo. Todos y todes cayeron en pena, descubrieron que el candidato a campeón solamente era una nota roja más de la vida cotidiana. 

   Afrancesado

Tortolito Norambuena, había nacido en un chalé muy remoto, donde todos en el grant vivant  y no había hambre ni bijouterie de canapé, y aunque se gozaba de un  cruasán como desayuno y a todos les decían don "nadie"; esa era la vogué de la ville. Cuando era un pettit terrible, sus parenté le arremetían a un complot familiar, porque no le agradaba recolecteur tomates. Su tía Eugenia también lo amonestaba como una vieja referi que dejaba en boucle de regaños al Tortolito, porque pronunciaba incorrecto “bricolaje”, y él decía “brick college”. 

En la escuela de enfants amateurs, eran sus companiers que lo molestaban en un boicot impecable de fastidiarlo todo el temp, y así hacían que sus paternos, no tuvieran que lanzar el dossier de todo el asunto pecaminoso y travieso. 

Norambuena retornó de la ecolé con moretones propinados por los males vivent de los comparsas y porque ya se  acostumbró a malagana, y sus amistades eran las mismas en el cliché de sus pensamientos. A los 16 años, se dio cuenta de que medía un metro noventa y pesaba 123 kilos; eso formaba un collage corporal con porte cachet, y entonces comenzó a pelear muy duro para metamorfosearse en un balouart deportivo. 

    A los 18, un agent muy conforté lo llevó a entrenar a la ciudad. Tortolito se sentía nostálgico en el crochet del abandono, y su esposa quedaba atrapada en el dégradé del adios. Su hijo, recién nacido en la autopista de la dépistage, al igual  que su meré, también lo écarté de la vie, por eso él no se defendió, quedaba vivo el dial de su amor como hijo. Desde que subió al ómnibus exprés, se sintió un fétiche de merd. Un mes después, cenó en una pensión un Gmallén antes de su primera pelea. Fue golpeado con plus fourrage y quedó inmediatamente frappé como si lo había atropellado una fourgonnette. Su  jambe diestra-siniestra quedó aplastada por el folpe nokaut del tercer round, eso fue un balourd, falleció en el hospital sin familia. 

 

   Un galimatías es algo que no se entiende. Originariamente, este sustantivo se refería a todo aquello que se expresa con un lenguaje oscuro, confuso o embrollado y que, por tanto, resulta incomprensible.

   La gerigonza, geringonza o geringozo es una variante lúdica del habla en la que se intercalan sílabas entre medio de una palabra en forma reiterada. Originalmente se denominaba jerigonza cualquier lenguaje de mal gusto, complicado y difícil de entender,[1]​ pero con el tiempo su significado varió a la modalidad específica de intercalación.

Jeringoza

Tortolito Norambuena fue napapacidopepa en un lugarpape mumamemuy remotojopojape dojende tojotodos jojejivivían bienynopepemaje hajapajobía hambrecopojajepe, ya quequejipi a todosopos les decían "nazapedie". 

Cuandodedodijopo eranana pequeñoñoño, suspadrejos locastigagajajepejapiban porquenolelelalalolo agradabagrepacrepe recoprepridapepelectar tototemarromates.

Sutíateteti Eugenia tambiénloquelee regañañeñiba porquequepatodododi enlujepegogar depestapasdecir “murciélago”, decíapequeque “dentrífico”.

Enlapapepi escucococuela de nijijoños, sus compañerreñejaperos lomolestaban comocoemecomomome precaución yasíhajajepepicían quesus padresnonejope tuvieranque hapapepijojocerlo. Norambuena rerreolojojagresaba de la escucocoela conmorretones porqueyaellajipijafafa sehabía acostumbrabrojajado y susjesuséamistades eranlalalas mismasmamos. Alosjepejipíjopo 16 años, se diocucucocuenta dequequique medíaun mememometro noventa ypesababajojeba 123 kilos, y entoncescesosegadoto comenzóa pelearpipisrnaisinair muyiduro. A los 18, unagente loyellevó a entrenarlolepé alalale ciudadadadedidodu. Tortotuculilolito sesesantía nostálgiconoloco porsusesapasapa noviaaemalale ysuhijojo (sumamamamadre tambiénbor locastrigó poresoquesorezo, peroperapara élnoacababaeyacuculababalapa sedefecocondió porqueeraporqueria sumarestadre) desdedosdedusdudisdi queque susubió albus, ysesintió muyitriste. Un mesdespués, cenóenlapalalupanar una  rostisadadesade depolloyoyate frifrefruto antesdesu primeralequepelea. Fuegolmeapeado conmucha fufuruerza y falleyeció enel hospihostal.

 Nota

El lóxoro[1] utiliza la criptolalia para hacer la comunicación irreconocible y secreta. Se le llama hungarito. 

  [1] ¿Qué es entonces el lóxoro? «Podríamos decir que es una práctica, un argot propio de grupos marginados; en este caso, de las mujeres trans peruanas que buscan protegerse mediante conversaciones incomprensibles para la mayoría de la gente. Algo similar al «polari», el lenguaje que crearon con este fin los homosexuales en Inglaterra», afirma Cuba.

 ¿Y cómo se construye este argot? Consiste en alterar algunas palabras dentro de un determinado enunciado. Esta alteración se produce añadiendo infijos como «xara», «xere», «xiri», «xoro» o «xuru» a las sílabas que componen una palabra.

 Por ejemplo, la palabra «casa» se diría «cáxara saxara». El propio término «lóxoro» nace de la primera sílaba de la palabra «loca», que se usa para hablar de hombres afeminados en el contexto que nos ocupa. Así pues, la palabra «loca» al completo sería «lóxoro cáxara».

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