
Matthew El niño sin sombra/ MELVIN SALGADO. NOVELA POSMODERNA ROMPE CON LAS NOVELAS DE CORDEL DE AUTORES RECIENTES EN HONDURAS
NARRATIVA
Matthew
El niño sin sombra
Capítulo uno
'El bien y el mal son dos lados de la misma moneda y ambos residen en cada uno de nosotros. El reto consiste en encontrar el equilibrio entre estos dos elementos y vivir en armonía con ambos' (Dalái Lama)
Sentada en su silla de mimbre en el jardín, Kristina Malveillant deleitaba su paladar con una taza de té mientras contemplaba a su hijo Sebastián corretear en la hierba. Su melena rubia caía en perfectas ondas sobre sus hombros y su maquillaje permanecía intachable. Ella irradiaba elegancia y sofisticación, pero a la vez, su aura era gélida y calculadora. Unos gritos y risas procedentes del jardín vecino llamaron su atención.
Al asomarse sobre la valla, pudo ver a Matthew, jugando y divirtiéndose con su adorado hijo. Un escalofrío recorrió su cuerpo al contemplarlo. Recordó las palabras de su sirvienta, quien le había revelado los rumores sobre él y la extraña explicación de su madre, Valentina. Decidió que había llegado el momento de poner fin a la amistad entre su hijo y Matthew. Con elegancia, se levantó de su asiento y se acercó a Sebastián.
—Mi amor, tengo algo importante que decirte —exclamó, con una sonrisa forzada.
Sebastián dejó de jugar y se sentó en el césped, expectante ante la noticia. Kristina, acomodó su vestido y se sentó frente a él.
—¿Eres amigo de ese niño con el que estabas jugando? —preguntó, mientras acariciaba cariñosamente el cabello de su hijo.
—Sí, mamá. Es muy divertido. ¿Qué pasa con él? — cuestionó el pequeño, intrigado.
—Bueno, querido, ese niño es diferente a los demás, es una criatura monstruosa — confesó Kristina con repugnancia.
Sebastián frunció el ceño, confundido —Mamá, eso es imposible —exclamó con certeza.
—¿No entiendes? Ese niño es anormal y no quiero te vaya a infectar con su enfermedad. No más juegos con él, ¿Te queda claro?
—Las palabras eran firmes, esperando obediencia sin cuestionamientos.
Sebastián guardó silencio, asimilando la información. Su rostro se ensombreció gradualmente, reflejando tristeza y decepción.
—Mamá, eso no es justo. Matthew es mi amigo, no es un monstruo. No puedes prohibirme su amistad. Eso no es correcto — dijo, con decisión.
Kristina se sorprendió por la respuesta —Sí, lo es —refutó —y no quiero hablar más de ese niño. Ve a tu habitación, es hora de tus tareas.
Sebastián se levantó lentamente, dejando atrás la escena, con la cabeza baja. Aunque triste por la decisión de su madre, su corazón se sentía extrañamente agitado. Su amistad con Matthew era más fuerte que cualquier prohibición materna.
Esa noche, Sebastián no pudo dejar de pensar en su compañero. Recordó con nostalgia todos los momentos en los que habían jugado juntos, riendo y viviendo aventuras sin cesar.
No lograba entender por qué su madre lo repudiaba tanto, considerándolo un monstruo. Fue entonces cuando decidió que no podía seguir siguiendo ciegamente las órdenes de su madre, sin cuestionarlas. Al día siguiente, Sebastián se armó de valor y se dirigió a la morada de Matthew, decidido a hablar con él. Al verlo, corrió hacia él con una mezcla de alegría y emoción en su corazón.
—¡Qué alegría verte! —exclamó, abrazando a su amigo con fuerza.
—¡Sebastián, tú también eres mi mejor amigo! —respondió Matthew, con una sonrisa radiante en su rostro.
Los dos niños se sentaron en el suelo y comenzaron a jugar, como si nada hubiera cambiado.
*****
'Los niños no nacen con prejuicios, los aprenden del mundo que los rodea' (Michael Jackson)
—¡Sería guay poder volar! —exclamó Angelina con mucha emoción.
—¿Volar? —preguntó Sebastián, sin apartar
la vista de la notebook.
—Claro, como un superhéroe, no en un avión ni en parapente —insistió Angelina con energía.
—¡Vaya, eso sería genial! —admitió Sebastián emocionado.
En ese momento, vieron pasar a Matthew. Sebastián y Angelina estaban sentados en una banca en el patio de la escuela. Sebas sostenía su cuaderno de notas mientras que la niña sostenía un pequeño muñeco de peluche.
—¿Sabes, por qué Matt no tiene sombra? — preguntó Sebastián con curiosidad.
—No lo sé, pero dicen que su mamá hizo un pacto con el diablo —susurró Angelina con miedo en su voz.
—¡Eso es ridículo! Lo sé porque él mismo me lo ha explicado—dijo Sebastián con seguridad.
—¿De verdad te lo dijo Matt? —preguntó Angelina sorprendida.
—Bueno, no me lo contó directamente, pero su mami se lo explicó y yo lo escuché —aclaró Sebastián. —En realidad no recuerdo muy bien, básicamente, es porque su cuerpo no refleja la luz como el de las demás personas.
—¿Te imaginas no tener sombra? —Angelina se estremeció con solo pensarlo. Era asombroso cómo todos en la escuela sabían de Matthew y lo llamaban 'el niño sin sombra'. Él no era diferente, solo su cuerpo funcionaba de manera contraria.
—¡Guau, es súper increíble! ¿Cómo es que él vive sin sombra? ¿No se supone que necesitamos sombras? —preguntó Angelina, asombrada.
—Bueno, él tiene una teoría loca. Dice que su sombra se fue al cielo y ahora vigila a las personas que quiere desde arriba — respondió Sebastián, con admiración en su voz.
—¿Y tú le crees? —preguntó Angelina, escéptica.
—Claro que sí, ¡Matthew es súper inteligente y especial! —exclamó Sebastián, orgulloso de su amigo.
—¿Especial?, yo creo que es un “fenómeno” —dijo Angelina, desconfiada.
—¡No es cierto, Angelina! Él es mi mejor amigo y me ha enseñado un montón de cosas. Aquí en la escuela todos lo quieren porque tiene ideas súper brillantes y es muy popular —se apresuró a defender Sebastián.
—Lo siento, Sebastián, no quise molestar. Mi mamá dice que no me acerque a él porque su 'condición' podría 'contagiarme' o afectarme de alguna manera extraña —explicó Angelina, con tristeza.
—Eso es una tontería, Matt es igual que nosotros, solo que no tiene sombra. ¿Por qué eso es tan aterrador para la gente? —dijo Sebastián, con firmeza.
—Entonces, ¿por qué nadie quiere hablar ni jugar con él? —preguntó Angelina, dubitativa.
—Porque la gente se asusta de lo diferente. Eso no nos hace mejores ni peores que nadie. A mí no me importa y seguiré siendo su amigo, aunque todos se burlen de mí — declaró Sebastián, con convicción.
—Me das pena, Sebastián. A veces eres muy 'ingenuo' —apuntó Angelina, con lástima.
—No soy inocente, ¡soy feliz! Y eso es lo único que realmente importa —dijo Sebastián, sonriendo y cerrando su cuaderno de notas.
El timbre anunció que el recreo había terminado. Sebastián y Angelina dejaron la banca y se dirigieron a sus respectivas aulas.